martes, 21 de octubre de 2014

PASIÓN POR LAS ANILLAS

El 11 de Octubre de 2014 tiene que servir como punto de inflexión para el futuro próximo de las anillas. Lo vivido en La Misericordia ha de servir para tomar impulso. Si el camino que cogen las anillas es ese, cada día irá más gente a las plazas.

Las anillas son lo que se vio en el albero esa mañana. Raza, pundonor, ganas de ganar, emoción, riesgo, peligro. Todo eso. La gente se levantó de sus asientos en acciones que pusieron los pelos de punta. La plaza entera se volcó con el concurso desde la primera pareja. Vibraron con las anillas, jalearon a los recortadores. Hacía mucho tiempo que los tendidos no estaban así de entregados.

La alegría es ver una plaza que entiende de anillas. Que se vuelca, pero que sabe lo que ve y exige. Es el público más entendido de la feria. Afirmación fuerte, pero que se puede argumentar. Otro tipo de festejos llenan la plaza, pero en las reacciones de los aplausos y las protestas, se ve qué nivel de conocimientos tienen. Es público en masa, que bienvenido sea obviamente, pero que no está puesto en la materia. El de las anillas sabe lo que va a ver.





Las anillas van con la verdad por delante porque son totalmente transparentes. Una actuación vulgar en otro tipo de festejo, se tapa, pero en las anillas, imposible. Si no se recorta, se ve. Si no se meten anillas, no se pueden inventar. La dura realidad es la que está presente en los tres minutos de la pareja ante la vaca. Si dan la cara, la gente vibra, si no, no hay una megafonía que edulcore pidiendo aplausos que no son merecidos. No hay trampa ni cartón en las anillas. Todo lo que manifiesta el público lo hace por propia voluntad. Por eso lo tienen mucho más difícil, pero también por eso, todo es mucho más sincero. 

No es momento de atacar a otras disciplinas para ensalzar a las anillas. Que se podría hacer en determinados aspectos, pero que seguiría sin solucionar los problemas de las anillas. La base de aficionados que tienen las anillas es muy buena. Seguimos en media plaza, aunque con un aumento patente con respecto al año pasado, pero es media plaza entendida y seguidora fiel de las anillas. Con las reservas lógicas de que siempre generalizar es un error.

El que se sentó en los tendidos de La Misericordia conocía a vacas y parejas. Supo valorar la dificultad de cada vaca y jaleó a las parejas, pero para pedirles más. Y hasta había murmullos impacientes cuando no se tiraba a recortar. Público entendido de verdad, que es el que protesta cuando ve que no se están haciendo las cosas bien, pero que se apasiona cuando se le da lo que quiere. La exigencia en los tendidos siempre es positiva, porque si hubiera las pitadas que había hace años, a algunos se les quitarían las ganas de pajarear por los concursos sin nada que aportar.

Todo viene motivado por el orgullo. Todos salieron a ganar y así es como se tiene que salir. Eso lo palpa el que paga la entrada y si se le da eso, la seguirá pagando y cada día se planteará pagar más entradas para ver más concursos. 

El aficionado entiende de anillas porque, además de tener la base de la cultura del festejo popular de la ribera del Ebro, que siempre será de vacas corridas, no se olvide, se ha sembrado mucho durante los últimos años. Se les conoce por la televisión y los medios que siguen las anillas, y eso ha hecho que la gente, tras ver muchos concursos en muy diferentes circunstancias, entienda lo que ve. Como lo entiende, exige. Analícese que quizá la mayor protesta del seguidor de las anillas, es no ir a la plaza. A esos hay que convencerlos y volverlos a llevar. 

Así que, guárdese el rescoldo del Pilar hasta el comienzo de la temporada 2015. Reconocimiento, alabanzas y agradecimientos a los protagonistas del Campeonato Nacional de 2014. A quitarse el sombrero con el concursazo que se vio. Y ánimos para que 2015 sea una temporada en que las anillas retomen un rumbo que nunca debieran haber perdido. Porque después de lo visto en el Pilar, hay motivos para seguir con la pasión por las anillas.

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