¿Qué son las anillas? Emoción. ¿Dónde reside la emoción? En que hay riesgo. ¿Por qué hay riesgo? Porque la vaca puede coger a los recortadores. ¿Qué hacen los quites? Disminuir notablemente el riesgo. Es decir, si se sale excesivamente a los quites, se evita la posibilidad de que la vaca pueda intentar coger al recortador, ergo, hay menos riesgo, ergo, faltará emoción, ergo, las anillas pierden su esencia.
Tranquilidad, que se va a argumentar el primer párrafo. No habría que decirlo, porque es evidente, pero por si acaso, se dice. Nadie quiere cogidas. Nadie desea que las haya. Ojalá nunca las hubiera, ni nunca pasara nada grave. Pero la realidad es que sin cogidas, y sin la posibilidad de salir mal parado, no habría verdad, porque cualquiera saldría. Tampoco se duda de la buena voluntad de todos los recortadores, al salir al quite. Seguramente, todos creen que lo están haciendo bien, cuando salen.
Es un problema quitarle picante a una comida que a nadie le gusta suave. Si se le quita eso, el producto es peor. Que una vaca haga hilo al recortador es lo que transmite emoción al que paga la entrada, que es quien mantiene las anillas. Si se sustrae sistemáticamente eso de los concursos, se deprecia el espectáculo. Se ha cogido el vicio de salir antes de.
Por delante, hay que asumir el que una vaca apure hasta tablas y remate. Es parte de las anillas y no hay que evitarlo, ni cortarlo. Que el recortador, cuando salga, contraiga el compromiso de que el animal pueda ir detrás de él y que, salvo cogida, no se le va a hacer el quite. Suena duro, sí, pero es que para ver luchas en igualdad, tiene que ser así. ¿Tendría sentido un combate de boxeo, en el que se frenaran los golpes más fuertes?
Si antes de pasar por la cara de la vaca, ya están los compañeros saliendo a la arena, eso es una capea, no un Concurso de Recortadores. Si cuando se llega a las tablas, las camisetas, chaquetillas y engaños, aparecen por encima de la barrera, esto no es serio. Cuando se llevan veinte metros de ventaja, de lado a lado de la plaza, no hay que cortar la arrancada, apareciendo por los flancos. No hay que asomarse por el burladero, para evitar un remate, porque seguramente ese remate es lo que quiere ver el que está en el tendido. No se deja a las vacas lucir, y además se las desengaña. Y no se les olvide, que gran parte de los que pagan la entrada, van por ver a las vacas, antes que a los de pantalón blanco.
El que quiera librarse de las cogidas, que entrene más y tendrá más piernas y mayor fortaleza. No se puede estar eternamente amparado en el, ya me la quitarán. Se le sisan muchos momentos emocionantes al espectador, por los malos vicios adquiridos, que además, últimamente están creciendo de manera alarmante. Recortar, no solo es ganar la cara, también incluye ponerse a salvo después del embroque.
¿Cómo se soluciona? Aplicando el reglamento. Esto dice el punto cinco:
5 - Paradas de tiempo
En el momento que se salga al quite, se para el tiempo. Y entonces, nada de lo que pase después, valdrá. Si al quite se sale según se arranca a recortar, el embroque llegará con el tiempo detenido. Si se mete la anilla, no es válida. Obviamente, tendrá que estar al micro alguien competente y que además no tenga problema en mojarse. La pareja que no quiera que no sean válidas algunas de sus anillas, por los quites, que pida claramente a los compañeros que no salgan a auxiliarlos, salvo cogida.
Lo curioso es que la gran mayoría de quites, son inoportunos e innecesarios. No hay peligro real. Se pone la venda, antes de haber herida. Y cuando sí que hay peligro y acaba en cogida, entonces no hay tantos quites buenos. Capítulo a parte merece la patética artimaña de aprovechar el quite y momento de desconcierto con barullo en la arena, para arrancar a recortar e intentar meter anilla. Sin darse cuenta, se cargan, poco a poco, el espectáculo.
Hay que tomar medidas ya. Se veía un aumento peligroso en las últimas temporadas, pero quizá lo vivido en Pamplona, debe ser detonante. Un final de actuación en el que se perdió la cuenta de los recortadores que intervinieron, y no solo de manera puntual, si no con protagonismo. Se pasó la línea del quite, y directamente se fue al segundo recorte a cortarla. Acabó siendo una capea. Gracias a ello, la vaca se vio desbordada en el final, y pudieron meter las anillas que les dieron el empate, que significaba victoria con las "Iruña rules".
Mediten los recortadores y pongan remedio. Sin picante, esta comida no es lo mismo. Al que no le guste el picante, puede elegir otras disciplinas de sabor dulce. A ver si en Ricla, después de leer esto, se nota el cambio de mentalidad. Si no, que se ponga orden desde la megafonía, aplicando el reglamento.
*Nota aclaratoria: la actuación de Morella y Roberto en Pamplona, aún con los quites y colaboración de los compañeros, fue para recordarla. Tuvieron una raza y un mérito enormes. Hay que quitarse el sombrero con lo que hicieron en la arena pamplonica. Lo dieron todo. Colosal estuvo también "Vinatera". Pusieron a la plaza en pie. Hicieron los tres, afición a las anillas. Gracias a los tres navarros, dos de pantalón blanco y una colorada.
Tranquilidad, que se va a argumentar el primer párrafo. No habría que decirlo, porque es evidente, pero por si acaso, se dice. Nadie quiere cogidas. Nadie desea que las haya. Ojalá nunca las hubiera, ni nunca pasara nada grave. Pero la realidad es que sin cogidas, y sin la posibilidad de salir mal parado, no habría verdad, porque cualquiera saldría. Tampoco se duda de la buena voluntad de todos los recortadores, al salir al quite. Seguramente, todos creen que lo están haciendo bien, cuando salen.
Es un problema quitarle picante a una comida que a nadie le gusta suave. Si se le quita eso, el producto es peor. Que una vaca haga hilo al recortador es lo que transmite emoción al que paga la entrada, que es quien mantiene las anillas. Si se sustrae sistemáticamente eso de los concursos, se deprecia el espectáculo. Se ha cogido el vicio de salir antes de.
Por delante, hay que asumir el que una vaca apure hasta tablas y remate. Es parte de las anillas y no hay que evitarlo, ni cortarlo. Que el recortador, cuando salga, contraiga el compromiso de que el animal pueda ir detrás de él y que, salvo cogida, no se le va a hacer el quite. Suena duro, sí, pero es que para ver luchas en igualdad, tiene que ser así. ¿Tendría sentido un combate de boxeo, en el que se frenaran los golpes más fuertes?
Si antes de pasar por la cara de la vaca, ya están los compañeros saliendo a la arena, eso es una capea, no un Concurso de Recortadores. Si cuando se llega a las tablas, las camisetas, chaquetillas y engaños, aparecen por encima de la barrera, esto no es serio. Cuando se llevan veinte metros de ventaja, de lado a lado de la plaza, no hay que cortar la arrancada, apareciendo por los flancos. No hay que asomarse por el burladero, para evitar un remate, porque seguramente ese remate es lo que quiere ver el que está en el tendido. No se deja a las vacas lucir, y además se las desengaña. Y no se les olvide, que gran parte de los que pagan la entrada, van por ver a las vacas, antes que a los de pantalón blanco.
El que quiera librarse de las cogidas, que entrene más y tendrá más piernas y mayor fortaleza. No se puede estar eternamente amparado en el, ya me la quitarán. Se le sisan muchos momentos emocionantes al espectador, por los malos vicios adquiridos, que además, últimamente están creciendo de manera alarmante. Recortar, no solo es ganar la cara, también incluye ponerse a salvo después del embroque.
¿Cómo se soluciona? Aplicando el reglamento. Esto dice el punto cinco:
5 - Paradas de tiempo
Se detendrá en los siguientes casos:
- Cuando haya una lesión de uno de los recortadores.
- Cuando sufra una cogida uno de los recortadores.
- Cuando haya un momento de riesgo patente en el que salgan al quite varios compañeros.
- Cuando haya una falta evidente de anillas siendo patente la demora.
- Cuando la vaca salte al callejón.
- Cuando la vaca quede atrapada en un burladero.
Lo curioso es que la gran mayoría de quites, son inoportunos e innecesarios. No hay peligro real. Se pone la venda, antes de haber herida. Y cuando sí que hay peligro y acaba en cogida, entonces no hay tantos quites buenos. Capítulo a parte merece la patética artimaña de aprovechar el quite y momento de desconcierto con barullo en la arena, para arrancar a recortar e intentar meter anilla. Sin darse cuenta, se cargan, poco a poco, el espectáculo.
Hay que tomar medidas ya. Se veía un aumento peligroso en las últimas temporadas, pero quizá lo vivido en Pamplona, debe ser detonante. Un final de actuación en el que se perdió la cuenta de los recortadores que intervinieron, y no solo de manera puntual, si no con protagonismo. Se pasó la línea del quite, y directamente se fue al segundo recorte a cortarla. Acabó siendo una capea. Gracias a ello, la vaca se vio desbordada en el final, y pudieron meter las anillas que les dieron el empate, que significaba victoria con las "Iruña rules".
Mediten los recortadores y pongan remedio. Sin picante, esta comida no es lo mismo. Al que no le guste el picante, puede elegir otras disciplinas de sabor dulce. A ver si en Ricla, después de leer esto, se nota el cambio de mentalidad. Si no, que se ponga orden desde la megafonía, aplicando el reglamento.
*Nota aclaratoria: la actuación de Morella y Roberto en Pamplona, aún con los quites y colaboración de los compañeros, fue para recordarla. Tuvieron una raza y un mérito enormes. Hay que quitarse el sombrero con lo que hicieron en la arena pamplonica. Lo dieron todo. Colosal estuvo también "Vinatera". Pusieron a la plaza en pie. Hicieron los tres, afición a las anillas. Gracias a los tres navarros, dos de pantalón blanco y una colorada.