domingo, 17 de julio de 2016

LOS QUITES

¿Qué son las anillas? Emoción. ¿Dónde reside la emoción? En que hay riesgo. ¿Por qué hay riesgo? Porque la vaca puede coger a los recortadores. ¿Qué hacen los quites? Disminuir notablemente el riesgo. Es decir, si se sale excesivamente a los quites, se evita la posibilidad de que la vaca pueda intentar coger al recortador, ergo, hay menos riesgo, ergo, faltará emoción, ergo, las anillas pierden su esencia.



Tranquilidad, que se va a argumentar el primer párrafo. No habría que decirlo, porque es evidente, pero por si acaso, se dice. Nadie quiere cogidas. Nadie desea que las haya. Ojalá nunca las hubiera, ni nunca pasara nada grave. Pero la realidad es que sin cogidas, y sin la posibilidad de salir mal parado, no habría verdad, porque cualquiera saldría. Tampoco se duda de la buena voluntad de todos los recortadores, al salir al quite. Seguramente, todos creen que lo están haciendo bien, cuando salen. 

Es un problema quitarle picante a una comida que a nadie le gusta suave. Si se le quita eso, el producto es peor. Que una vaca haga hilo al recortador es lo que transmite emoción al que paga la entrada, que es quien mantiene las anillas. Si se sustrae sistemáticamente eso de los concursos, se deprecia el espectáculo. Se ha cogido el vicio de salir antes de.

Por delante, hay que asumir el que una vaca apure hasta tablas y remate. Es parte de las anillas y no hay que evitarlo, ni cortarlo. Que el recortador, cuando salga, contraiga el compromiso de que el animal pueda ir detrás de él y que, salvo cogida, no se le va a hacer el quite. Suena duro, sí, pero es que para ver luchas en igualdad, tiene que ser así. ¿Tendría sentido un combate de boxeo, en el que se frenaran los golpes más fuertes?

Si antes de pasar por la cara de la vaca, ya están los compañeros saliendo a la arena, eso es una capea, no un Concurso de Recortadores. Si cuando se llega a las tablas, las camisetas, chaquetillas y engaños, aparecen por encima de la barrera, esto no es serio. Cuando se llevan veinte metros de ventaja, de lado a lado de la plaza, no hay que cortar la arrancada, apareciendo por los flancos. No hay que asomarse por el burladero, para evitar un remate, porque seguramente ese remate es lo que quiere ver el que está en el tendido. No se deja a las vacas lucir, y además se las desengaña. Y no se les olvide, que gran parte de los que pagan la entrada, van por ver a las vacas, antes que a los de pantalón blanco.

El que quiera librarse de las cogidas, que entrene más y tendrá más piernas y mayor fortaleza. No se puede estar eternamente amparado en el, ya me la quitarán. Se le sisan muchos momentos emocionantes al espectador, por los malos vicios adquiridos, que además, últimamente están creciendo de manera alarmante. Recortar, no solo es ganar la cara, también incluye ponerse a salvo después del embroque.

¿Cómo se soluciona? Aplicando el reglamento. Esto dice el punto cinco:

5 - Paradas de tiempo
Se detendrá en los siguientes casos:
-  Cuando haya una lesión de uno de los recortadores.
-  Cuando sufra una cogida uno de los recortadores.
-  Cuando haya un momento de riesgo patente en el que salgan al quite varios compañeros.
-  Cuando haya una falta evidente de anillas siendo patente la demora.
-  Cuando la vaca salte al callejón.
-  Cuando la vaca quede atrapada en un burladero.

En el momento que se salga al quite, se para el tiempo. Y entonces, nada de lo que pase después, valdrá. Si al quite se sale según se arranca a recortar, el embroque llegará con el tiempo detenido. Si se mete la anilla, no es válida. Obviamente, tendrá que estar al micro alguien competente y que además no tenga problema en mojarse. La pareja que no quiera que no sean válidas algunas de sus anillas, por los quites, que pida claramente a los compañeros que no salgan a auxiliarlos, salvo cogida.

Lo curioso es que la gran mayoría de quites, son inoportunos e innecesarios. No hay peligro real. Se pone la venda, antes de haber herida. Y cuando sí que hay peligro y acaba en cogida, entonces no hay tantos quites buenos. Capítulo a parte merece la patética artimaña de aprovechar el quite y momento de desconcierto con barullo en la arena, para arrancar a recortar e intentar meter anilla. Sin darse cuenta, se cargan, poco a poco, el espectáculo.

Hay que tomar medidas ya. Se veía un aumento peligroso en las últimas temporadas, pero quizá lo vivido en Pamplona, debe ser detonante. Un final de actuación en el que se perdió la cuenta de los recortadores que intervinieron, y no solo de manera puntual, si no con protagonismo. Se pasó la línea del quite, y directamente se fue al segundo recorte a cortarla. Acabó siendo una capea. Gracias a ello, la vaca se vio desbordada en el final, y pudieron meter las anillas que les dieron el empate, que significaba victoria con las "Iruña rules". 


Mediten los recortadores y pongan remedio. Sin picante, esta comida no es lo mismo. Al que no le guste el picante, puede elegir otras disciplinas de sabor dulce. A ver si en Ricla, después de leer esto, se nota el cambio de mentalidad. Si no, que se ponga orden desde la megafonía, aplicando el reglamento.

*Nota aclaratoria: la actuación de Morella y Roberto en Pamplona, aún con los quites y colaboración de los compañeros, fue para recordarla. Tuvieron una raza y un mérito enormes. Hay que quitarse el sombrero con lo que hicieron en la arena pamplonica. Lo dieron todo. Colosal estuvo también "Vinatera". Pusieron a la plaza en pie. Hicieron los tres, afición a las anillas. Gracias a los tres navarros, dos de pantalón blanco y una colorada.

2 comentarios:

  1. Hola buenos días.
    Soy padre de un recortador novel.
    No soy militante anti-taurino, aunque tampoco comparto la defensa de espectáculos en los que se hace sufrir a los animales; pienso que debemos un respeto a la naturaleza con todos sus seres y que tenemos que evolucionar en estas prácticas.
    Tampoco comparto en los espectáculos la defensa de que, el que lo ejecuta, tenga que poner en riesgo su integridad física (su salud, su vida), es decir que no se pueda avanzar en seguridad porque si no el respetable no tiene su ‘justa’ dosis de emoción, de adrenalina, ¡que para eso paga! No me parece ni sensato ni humano, aunque el que esté en el ruedo, o donde sea, lo haga voluntariamente.
    También quiero ser honesto y decir que a pesar de todo lo que digo a veces me veo en una contradicción, pues cuando veo alguno de estos espectáculos, me sube la adrenalina y la emoción se me lleva. Esto es lo que ocurre siempre en estas cosas…, la contradicción pasión-razón.
    Al hilo de esto, y respecto a los quites. Lo que yo veo en estas acciones es la respuesta espontánea, de puro compañerismo, de alguien que sabe mejor que nadie lo que está en juego, y eso le impulsa a querer salvar al compañero. Razonable, comprensible, defendible, inatacable…, salvo por aquellos para los que es más importante su ‘justa’ dosis de diversión, de emoción, dice el articulista, que la integridad física de la persona.
    Respuesta inmediata: ‘Pues que no se metan en esto, que ya saben a lo que se exponen’, totalmente cierto, pero hombre, mi ración de emoción no la puedo justificar por encima de cualquier cosa, sino tendremos que convenir que soy un puro egoísta egocéntrico.
    Se habla de la emoción de las vacas que rematan. Ya lo creo, menuda emoción para el que lleva la vaca en el culo y al otro lado, en el callejón, solo encuentra hormigón y tablas que literalmente le pueden partir el cráneo o el cuello.
    En aquellos espectáculos que ganan una pasta gansa podríamos decir…, vale, bueno. Pero en esto de las anillas lo que vemos es un puñado de jóvenes apasionados que se parten el pecho por cuatro reales de…, no quiero decir epítetos malsonantes.
    Yo trabajo en una fábrica, y gracias a Dios se ha avanzado en la protección de la integridad física del trabajador dedicando toda una extensa ley para tratar de conseguirlo en el mayor grado posible. Lo que importa es que el padre o madre puedan volver a ver a su hijo o hija, o viceversa, sano y salvo al acabar la jornada. Pues eso mismo debería de primarse aquí aunque se ‘perdiera emoción’. Todo evoluciona, repito, todo evoluciona y es bueno que así sea. Se podrían desarrollar otras vertientes que también tiene este espectáculo y puntuarlas para llegar a la valoración final en lugar de que todo recaiga en el número de anillas conseguidas; se podría valorar, con un jurado: la forma física, agilidad, ejecución, velocidad, coordinación entre compañeros. Hay veces que todo esto se da en un grado apreciable pero la mala suerte no deja que suba el cómputo de anillas metidas.
    Yo exigiría que los callejones se dotaran de lo que fuera necesario para minimizar los daños que se producen tras los salto, ¿o esto también es parte de la emoción? Que el empresario se las deje, y si resulta caro que suban el precio de la entrada.
    Y el espectador que a pesar de todo quiera su dosis de emoción a toda costa, cuanta más mejor, le aconsejaría que mire a ver si encuentra un servicio de ‘máquina del tiempo’ y se vaya al coliseo de la antigua Roma a alistarse como gladiador…, ¡Eso sí que era emoción! ¡Qué valor, que riesgo, qué héroes! ¡Menos mal que vamos evolucionando!

    En fin. No pretendo molestar a nadie; acaso provocar para llamar la atención sobre el asunto.
    Un saludo a todos los espectadores, empresarios y articulistas de este mundo pero muy especialmente y sobre todo, a los que os la jugáis de verdad por cuatro reales de… ¡perdón por lo que iba a decir! A vosotros deciros que lo más importante que tenéis es vuestra salud, tened cuidado que las cosas, cuando se echan de menos de verdad, es cuando dejan de tenerse.

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  2. Me parece un mensaje digno de leer. Aún no estando de acuerdo con algunas cosas (como queda claro en lo que escribí en su día), da gusto leer algo argumentado, con educación y sabiendo estar. Hay cosas interesantes que se exponen y se podría pensar llevarlas a cabo. Sí señor, muy buen mensaje.
    Podría argumentar contrariamente sobre cosas que se expresan, pero creo que no procede, porque una postura diferente a la mía, así de bien expresada, desde un prisma más cercano al recortador, teniendo vínculo de sangre, merece todos los respetos.
    Un saludo.

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